/ noviembre 1, 2020/ Consejos

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Hola a todos, regresé! Como algunos sabrán este año decidí poner muchísimas cosas en pausa por perseguir una meta que había ido procrastinando por mucho tiempo. El estudiar inglés. Y así fue como desde el año pasado me dije a mi misma ya no más! Arma y haz todo lo que tengas que hacer pero consigue esa meta ya! pues después de tener familia puede que sea más difícil o demorado conseguirla, ya que como sabrán; me casé hace poquito, así que era ahora o nunca. Y se me ocurrió la genial idea de irme a estudiar inglés al extranjero en el 2020, sin tener sospecha de todo lo que sucedería.

Antes de montarme al avión, muchísimas cosas no salieron bien; me negaron una VISA, tuve que cambiar de país de estudio por ese tema y pedir prestado más dinero del que había presupuestado. En el trabajo me tocó renunciar por que no había manera de pedir un permiso tan largo y ni hablar de todo el revuelo en mi vida de recién casada que implicó el irme lejos un par de meses. La verdad es que no tengo cómo agradecer el apoyo y comprensión que tuvo mi esposo con todo este plan.

El tema es que a pesar de que pasaron cosas no tan buenas antes de irme, yo seguí aferrada a la meta y me mantuve en modo solución girando el timón de mi plan y resolviendo a pesar de todo, me monté en ese avión y me fui a Inglaterra a estudiar inglés. El inicio fue duro, el cambio me pegó emocionalmente muchísimo, la verdad es que la idea de irse a estudiar al extranjero puede ser emocionante para muchos, pero para mí, que nunca había hecho algo parecido, fue súper duro.

Soy latina, panameña, muy aferrada a mis raíces y me sentí en otro mundo, la gente no era tan alegre, todos me parecían muy fríos, de poco sonreír y super diferentes a mí. Sufrí el clima, pues llegué en invierno, sufrí el no entender el idioma, sufrí la comida que para mi no tenía sabor… jajajaja nada como el sabor de la comida de mi tierra… en fin sufrí todo y solía llorar casi todas las noches de las primeras 2 semanas. Pero aún así yo me seguí aferrando a esa meta de estudiar y, desde la primera noche que estuve allá, contaba los días que faltaban para regresar a mi amado Panamá.

Hasta este momento todo estaba medianamente bajo control, a pesar de que estaba siendo duro el cambio para mis emociones, todo iba avanzando como lo planifiqué. Hasta que al Coronavirus se le ocurrió entrar en escena. La verdad no quiero hacer de esta entrada sobre mi experiencia un drama, pero si lo fue. Me quebré, perdí el control emocional de mí y lloré como nunca había llorado en mi vida. La verdad es que esta para mi fue una experiencia difícil y por ende llena de aprendizajes, es por esto último que esta entrada la dedicaré a listar mis 3 más grandes aprendizajes:

1 – Por más que lo planifique… No puedo tener el control de todo

Esta es la más grande e importante lección que puedo rescatar de todo lo que pasó. La verdad no creo que muchas personas tuvieran entre sus matrices de riesgo del año 2020 el afrontar una Pandemia y yo mucho menos, la crisis me agarró de sorpresa igual que a muchos.

Me tocó aprender a las malas a aferrarme a la meta y no al camino. Suena cliché, pero no lo es… es real! Yo lo podría explicar de manera práctica de la siguiente forma: Siempre ten la meta en la mira pero ten la suficiente inteligencia emocional para no preocuparte por algo que no puedes controlar y que afecta el camino que necesitas cruzar para llegar a tu meta. Simplemente si algo sale mal, acéptalo! No te mortifiques con él “si tan solo hubiera hecho esto o aquello diferente…” porque él hubiera no existe.

No hay mejor imagen que describa mi 2020 que está de @Fracasitos  (puedes ir a su cuenta de instagram dando click sobre la imagen)

2 – Desconectarte a veces es necesario

Cometí el error que muchos cometieron, me dediqué a investigar sobre la pandemia. Mi ticket de avión de regreso tenía escala en Estados Unidos, así que lo que pasará con los aeropuertos de ese país me interesaba, entonces veía noticias de 3 países diariamente; de Inglaterra, de Panamá y de Estados Unidos. Terminé saturándome de información caótica y alarmista. Sin ofender a los noticieros y reporteros, pero no saben cuanto daño me hizo el drama colectivo de crisis que todos pregonaban. Gracias a Dios reaccioné y dejé de ver noticias y me auto restringí a mí misma de todo eso dedicándome a hacer otras cosas que me llenaran y entretuvieran… tomaba fotografías (pues yo me había llevado mi cámara) y leía libros por entretenimiento, no por querer aprender algo. A los que me conocen saben que todos los libros que leo son porque quiero aprender o implementar algo nuevo., bueno esta vez no fue así. En Inglaterra conseguí casi que regalados la colección de libros de Harry Potter y me dediqué a leer por pura diversión. Me ayudó a desconectarme del caos que estaba ocurriendo.

Y ojo! Esto de desconectarme no solo aplica para los noticieros, también me tocó dejar de hablar con gente, gente que generalmente no me habla pero al ponerse caótica la cosa y saber que yo no estaba en Panamá, me escribían preocupados por mí. Y la verdad yo agradezco mucho toda esa preocupación pero no me hacía bien, me estresaba y me frustraba más, por lo que muchas veces no contesté videollamadas o respondía mensajes horas después.

3 – Valora a tu familia y amigos cercanos siempre

A pesar de que tenía un cambio de horario de 6 y 7 horas con mi familia y amigos en Panamá, no hubo un solo día en que no hablara con ellos. Fueron mi cordón umbilical a la felicidad. Todas esas personas que estuvieron allí para mí, ustedes saben quiénes son, del otro lado del teléfono para llorar y reír, no me alcanzara la vida para agradecerles.

Durante toda mi vida siempre he sido una persona que desarrolla muchas actividades en paralelo, jamás me he dedicado a una sola cosa; siempre he tenido montones de pasatiempos y proyectos personales… de todo un poco. Y el tener que superar una cuarentena estricta en 4 paredes, pues en el hotelito de estudiantes donde me quedaba me tocó encerrarme al descubrir un caso positivo de COVID entre los estudiantes, me hizo entender que yo no soy nada sin mi familia y amigos; que los necesito en mi vida y que reconozco que tengo que dedicarles más tiempo, dándoles el valor que merecen.

Entendí que mi vida es como un trípode, tengo 3 patas importantes; la académica y/o profesional, la personal y la social. Siendo esta última la que es soportada por mi esposo, mi familia y mis amigos. Anteriormente veía los aspectos personal y social como uno solo pero no son lo mismo. Tu puedes desarrollar muchas actividades y pasatiempos que ejecutes tu solo y te llenen, pero siempre necesitas dedicar tiempo a vivir en sociedad, a involucrarte con otras personas y esa categoría tiene igual peso e importancia que tu categoría personal.

Estoy segura de que tú no tuviste que pasar una pandemia en el extranjero para asimilar estas 3 lecciones en los últimos meses verdad? La verdad es que estoy consciente de que esto fue duro para todos, no hubo nadie que no haya sido afectado por esta crisis, por lo que te invito a que si no has interiorizado tus propias lecciones, lo hagas. Porque este 2020 no puede acabar sin que nosotros seamos mejores.

Y te preguntarás cómo terminó mi historia… Logré aprender inglés? Me mantuve sana, sin agarrar el virus todo ese tiempo por allá? Logré regresar a mi casa con mi esposo? Valió la pena?

La respuesta es Si a todo, al final por mucho que planifiqué los tiempos de mi viaje, las jornadas de estudio que tendría y el presupuesto que me gastaría, nada de eso importó. Me terminé regresando antes del tiempo previsto, y con un nivel menos de inglés que el que planeaba tener y por mucho que vi noticias y me preocupé, eso no evitó que me cancelaran los vuelos de regreso y tuviera que hacer una travesía maratónica de 22 horas de viaje interceptando un vuelo humanitario que salía de Ámsterdam hacia Panamá.

Pero llegué a Panamá sana y salva… y aunque evidentemente no todo terminó como lo planifiqué si valió la pena, valió muchísimo la pena, pues esta experiencia no solo me enseño inglés (que era mi meta principal) la Querube Panamá que regresó de este viaje es otra, es una versión mejorada con más inteligencia emocional y mejor percepción de la vida. El nivel de inglés que me faltó lo puedo perfeccionar en Panamá, pero la madurez que obtuve en estos meses no tiene precio.

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